Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1860-1861 (Cortes de 1858 a 1863)
Sesión: 21 de enero de 1861
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 78, 1.239, 1.240
Tema: Indemnización a varias provincias para reparar las pérdidas ocasionadas por las inundaciones

El Sr. SAGASTA: Siento mucho interrumpir a mi amigo el Sr. Uhagón, pero el Reglamento exige que no puedan hablar dos en contra a continuación uno del otro, sin haber hablado nadie en pro.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Monares): Entonces el señor O' Donnell tiene la palabra en pro.

 El Sr. SAGASTA: Si el Sr. O' Donnell tiene interés en tomar parte en la cuestión, la comisión no tiene inconveniente en cederle la palabra.

(Habla el Sr. O' Donnell.)

El Sr. SAGASTA: Señores, la comisión tiene que contestar muy poco a mi amigo el Sr. Calvo Asensio; es verdad que la cuestión habida entre S.S. y el Sr. Ministro de la Gobernación ha pasado por encima completamente de la Comisión. Me dice por lo bajo el digno presidente de la comisión que, mejor dicho, la cuestión no ha llegado a la comisión: yo no me atrevía a decir tanto; para parte de la comisión puede quizá no haya Ilegado, para otra habrá llegado; porque al fin lo que el Gobierno ha dicho habrá Ilegado a la mayor parte de la comisión; pero en lo que a mí se refiere no ha Ilegado, porque no solo no le he oído con indiferencia, sino con gusto; y la comisión pues por esta misma razón no puede hacerse cargo de las palabras pronunciadas por el Sr. Calvo Asensio, porque no podría haber unidad era el pensamiento de la comisión; estoy seguro que a la comisión no le habrá parecido lo que me habrá parecido a mi la argumentación del Sr. Calvo Asensio; estoy seguro de que a la comisión no la habrá parecido tan bien como a mí lo que el Sr. Calvo Asensio ha dicho.

Prescindiendo por completo de los ataques que el señor Calvo Asensio ha dirigido al Gobierno, y que nada tiene que ver con ellos la comisión, voy a decir simplemente una cosa por mi cuenta. El Sr. Ministro de la Gobernación, contestando a lo que el Sr. Calvo Asensio ha dicho que la excentralización es la que se establece era el sistema de leyes orgánicas que S.S. nos ha presentado; y yo debo manifestar que si al hablar el dictamen de la comisión de Ia centralización bien entendida se habla de la centralización establecida en las leyes orgánicas presentadas, no estoy conforme con ella; si fuera así, yo no hubiera suscrito el dictamen; pero no he tenido inconveniente en firmarle, porque creo por el contrario que esa centralización que se establece no es la que et Gobierno establece en sus leyes orgánicas, sino la que actualmente se halla establecida.

Por lo demás, la comisión no sólo no tiene que impugnar nada de lo que ha dicho el Sr. Calvo Asensio, sino que le da las gracias porque S.S. ha dicho que si él hubiera sido individuo de la comisión hubiera firmado el dictamen; por último, S.S. también nos ha dado palabra de apoyar el dictamen con su voto, y también le ha apoyado con su palabra; de consiguiente sobre este punto nada tengo que decir.

Sin embargo, el Sr. Calvo Asensio ha calificado el pensamiento del Gobierno, y como pudiera creerse de las palabras de S.S. por algún Sr. Diputado, o por cualquiera persona fuera de aquí, que la comisión ha aceptado completamente al presentar el dictamen que ha presentado las bases sentadas por el Gobierno, conviene hacer alguna aclaración. Respecto de los fundamentos que la comisión ha tenido presente para presentar el dictamen, el Sr. Calvo Asensio ha reconocido, como no podía menos de reconocer, que la comisión no podía hacer otra cosa que lo que ha hecho; y así es que la contestación del Sr. Ministro de la Gobernación hasta parece que llevaba un cargo hacia la comisión, porque decía el Sr. Ministro de la Gobernación: " al Sr. Calvo Asensio le parece mal que el Gobierno pidiese 4 millones, y le parece bien que la comisión pida 16 millones. "Y sin embargo, bien debió parecerle al Sr. Calvo Asensio, como debió parecerle al Gobierno, porque admitido el principio en el estado actual de cosas, en el modo de ser de nuestra administración lo mismo son 4 millones que 16; hablo respecto al principio, aunque claro es que para el contribuyente no es lo mismo; y la comisión dijo: con 4 millones no hay siquiera para empezar: para remediar tanta desgracia, podrá enjugar tanta lágrima, es necesario una cantidad de alguna Consideración; no vayamos por medio de un proyecto de ley, y después de un debate solemne, a ofrecer al país una cantidad que pudiera ser donada sin formalidad alguna, sin necesidad de un proyecto de ley, por un particular, sin menoscabar su posición por elevado y respetable que fuera. [1.239]

Sentado este principio, sentado que los 4 millones no eran bastantes, la comisión ha debido presentar esa cantidad. El Sr. Calvo Asensio ha reconocido que la comisión ha estado en su derecho, y que la comisión no podía menos de aceptar esto; en el modo de ser de nuestra administración, en el estado actual de nuestro país, no era posible que la comisión rechazase un principio que iba a enjugar tantas lágrimas, un principio que está empapado en nuestra administración. ¿Cómo la comisión, cómo cualquier Sr. Diputado se ha de negar a ese principio, cuando ese principio no se niega, no digo yo para cosas absolutamente necesarias como es la que se trata en el proyecto que se discute, sino para cosas que no son necesarias, que son de puro lujo?

Se dice que quizá llevado al extreme este principio, que aplicado con todo rigor, puede llevarnos al socialismo, y que ese es mal camino, porque por él podernos llegar hasta el comunismo. Señores, lo mismo que hacemos ahora para esto lo hacemos para todo lo demás; si este camino es malo, por él vamos; él es el que ponemos en práctica para las subvenciones de los caminos de hierro, para la reparación de una plaza, de una capital, siquiera sea de las capitales más atendibles de España; por lo tanto, lo que se ha hecho

en beneficio de tales y cuales localidades, es ni más ni menos que lo que se hace por el proyecto de ley para socorrer las calamidades de que ésta se ocupa.

Por consiguiente, admitido este principio por la administración, había que adoptarlo aquí; y hubiera sido una fatalidad no hacerlo por no abrir las puertas al socialismo, cuando más falta hace el remedio, cuando hay porción de poblaciones que han desaparecido, cuando yo tengo cartas de la capital de Zamora en que se me dice que 2 o 3.000 personas andan errantes, sin hogar y sin casa, mendigando la caridad pública. Y, señores, a esto hay que acudir sin tardanza, porque ese estado pudiera llevar a tantas gentes a la desesperación, y tras la desesperación, no pudiendo mantener sus familias, pudiera sobrevenir otra cosa, que el Gobierno tiene el deber, tiene la necesidad de evitar.

Conste pues, señores, que la comisión se ha visto en la necesidad de adoptar este principio, que no ha podido me nos de adoptarlo, y que lo hubieran adoptado todos los señores Diputados, cualesquiera que fuesen sus ideas, sin que esto implique para nada la cuestión de centralización, porque nosotros hemos admitido el proyecto del Gobierno y hemos dado al dictamen con la centralización actual, que no podemos variar, aunque yo sí quisiera: ¡ojalá pudiera variarla! lo haría con mucho gusto.

La comisión pues no ha podido menos de adoptar este principio, como ve el Sr. Calvo Asensio, y yo debo hacer una recomendación al Gobierno para que sirva de indicación también a la junta que haga la distribución del crédito que por el proyecto de ley se concede. La comisión ha tenido el pensamiento de que no sólo sean atendidos los particulares, sino también los pueblos, que también los pueblos son pobres y pueden necesitar auxilios. Esto se ha hecho constar en el preámbulo, y yo hubiera deseado que constase también en el dictamen; pero no he tenido inconveniente en ceder en esto, porque supongo que la junta que nombre el Gobierno no ha de dejar de hacer con un pueblo lo que haga con un particular. Hay pueblos a quienes las inundaciones se han Ilevado la escuela, la casa de ayuntamiento, un puente, el único que tenía, y sin el cual quedan incomunicados con e resto de España, la iglesia, en fin, otras casas que son de necesidad para la existencia del mismo pueblo: pues bien; a todos los pueblos que han tenido esas pérdidas debe distribuirles fondos la junta que se nombre para que puedan levantar esas obras, porque sin ellas los pueblos no pueden existir.

También debo hacer otra recomendación al Gobierno. Hay poblaciones, como la de Zamora, que se encuentran en una posición especial. Es muy triste que de Zamora hayan desaparecido más de 1.000 casas, y dentro de la población cerca de 300; pero no es justo que se vuelvan a levantar en el mismo sitio en que estaban antes, porque quedarían tan apiñadas como estaban, por impedir mayor ensanche las murallas; yo no sé qué importancia militar tendrá hoy la plaza de Zamora; siento que no esté presente el Sr. Ministro de la Guerra; pero sí desearía que llegaran a sus oídos mis palabras para que, a ser posible, dispusiera se hiciese lo que ya se había pedido algunas veces, aun antes de ocurrirle esta desgracia, porque, repito, la población de Zamora está sumamente apiñada, y no es justo que vuelva a estar como antes.

Cúmpleme también hacer una recomendación al Sr. Ministro de Gracia y Justicia. Ha ocurrido en un pueblo de la Rioja llamado Murillo de Río Leza un deterioro que afortunadamente no ha sido mayor a pesar de las inundaciones: en este pueblo hay a las primeras casas un murallón que defiende del río las iglesias y al pueblo mismo; la iglesia es de las mejores por su belleza arquitectónica, por su magnitud y por su importancia; pues, como digo, la iglesia estaba defendida por ese murallón, y ahora lo ha destruido del todo al río, aunque ya antes había causado mucho deterioro en él, y tanto que ya hace algunos años vino ese expediente al Gobierno diciéndole: si no me ayudas, la iglesia se va a destruir también, y lo que hoy puede remediarse con 30 o 40.000 rs. costará entonces 30 o 40.000 duros. Yo me presenté con esta petición en el Ministerio de Gracia y Justicia, y me encontré con que no había negociado que entendiera de esto: iba al oficial del negociado de reparación de iglesias, y me decía: V. tiene razón, el Gobierno debe hacerlo, pero no por este negociado, porque la iglesia está buena: iba al oficial de otro negociado, y me contestaba lo mismo; de suerte que de uno a otro negociado el resultado fue que ninguno se quiso encargar de la obra del murallón; han venido ahora estas inundaciones, y la obra que hubiera costado 20 o 40.000 rs. costará ahora 5 o 6.000 duros, porque gracias a los esfuerzos heroicos del pueblo, a haber cortado muchos árboles, y a haber trabajado la mayor parte de la población, ha podido conseguirse que la iglesia no se haya destruido; que a haberse así verificado, entonces el daño hubiera sido mayor, porque sin su defensa tal vez todo el pueblo hubiera sufrido la misma suerte que tantos otros como han desaparecido por completo en estas últimas inundaciones.

Pues yo recomiendo al Sr. Ministro de Gracia y Justicia que vea de establecer un negociado que sin ser de reparación de iglesias, sea de daños que afecten a la existencia de las iglesias; porque si no, resultará que por no reparar ese murallón, mañana se arruina la iglesia, y en vez de repararla, pasan muchos años sin tenerla. La comisión no añadirá una palabra más. Cree que ha hecho lo que estaba en su deber hacer, esto es, aumentar la cantidad propuesta por el Gobierno, porque creyó, como todos los Sres. Diputados, que con la propuesta no había para nada, que no se podían remediar ni una pequeñísima parte de los males que por medio de ese acto de beneficencia se trataban de aliviar en lo posible; y que no se ha ocupado para nada del estado actual de las cosas en punto a la administración, porque no lo consideraba propio de este momento.



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